domingo, junio 27, 2010

Ana Laura

2
Tanta exposición en común durante la hora del almuerzo logró que las posturas se trasladen por simbiosis al aire que respiro en breves bocanadas y se colen en un hueco, al fondo de mis razonamientos, como queriendo no llamar la atención. Desde allí mueven los hilos de mi tarde somnolienta, mientras dos rayos de sol se invitan a atravesar el ancho de la sala y clavarse decididamente en la pared opuesta al ventanal. Divagues acerca de la realidad y sus representaciones. De cómo nuestro olfato es el que le da perfume a una mujer o nuestra visión la que perfila su rostro. ¿Realmente alguien pudo creer que si cerramos los ojos por un segundo, todo lo que está frente a nosotros simplemente dejará de existir? Supongo que podemos entonces crear nuestra propia realidad, perfecta, mientras simulemos la ceguera. Tomando esta teoría, me veo obligado a hacer la siguiente diferenciación: Están aquellas mujeres que desaparecen al abrir los ojos, cuando despertamos. Y está Ana Laura.
Ana Laura cree vivir en un mundo feliz. Lo que ella no sabe es que el mundo está más triste de lo que se deja ver cuando nota su presencia. Cuando camina bordeando el descampado a la vuelta de su casa, los yuyos se convierten en frondosos árboles y las palomas en gorriones de distinguido cantar. Cada mañana, antes de partir rumbo al taller de diseño donde trabaja, se para erguida frente a las pequeñas marcas hechas en la puerta de su habitación y corrobora que no haya bajado de estatura. Una obsesión que hoy controla, pero que la ha hecho perder la cordura en varias etapas durante su niñez. Siguiendo un ritual impuesto, debe elegir entre 5 vestidos. Uno por cada día laboral. Cada diseño exactamente igual al anterior, mismo talle, mismo corte, mismo largo. Verde, Azul, Rojo, Amarillo y Blanco con lunares negros (Este último, el más atrevido. Requiere 15 minutos de autoconvencimiento frente al espejo). Ana Laura no usa zapatillas. Dice que sus pies son deformes y que por eso este tipo de calzado escapa trotando cuando los ven. Por alguna razón que ella prefiere no investigar, las sandalias y chatitas no le temen a sus diabólicos dedos y siempre son más fáciles de combinar con el color de su risa. Ana Laura se preocupa mucho si no hay Té, si el sol no la deja ver el colectivo llegar, si es retratada mirando directamente a la cámara y si su cadenita de plata se pone negra al entrar en contacto con su peleadora piel. Pero su día puede volverse positivo si recibe una carta de su mejor amiga, escucha un tema de She & Him en la radio, descubre un nuevo lunar en su cuello o encuentra una bolsa de frutillas en la heladera. En su primeras citas siempre se encarga de aclarar que es muy buena cocinera pero que las comidas mas ricas se hacen de a dos, ya que se aburrió de todos sus platos y prefiere innovar (además de que no tiene criterio a la hora de condimentar). Sabe cuando hablar, cuando callar, cuando reír pero también aprendió a no evitar llorar. No quiere hacerlo por un hombre, pero tampoco por su ausencia. No quiere que su boca represente la amargura de un desamor pero tampoco quiere olvidarse la letra e improvisar sonrisas falsas. Ana Laura se merece mucho más que las estrellas, producto de su escepticismo al no querer conocerlas. Merece La Tierra, El Sol, todas las galaxias que aún no hemos siquiera podido pensar e incluso merece una máquina con la cual pueda crear las propias, darles nombres y ordenarlas como guste para luego dejarlas expandirse en su infinita belleza y visitarlas cuando el espejo de sus ojos comience a agrietarse.
En el cajón de mi taller, tengo escondidos los planos y algunas viejas partes ensambladas de lo que será una pequeña maquina para competirle al infinito. Tanto tiempo me ha llevado planificarla y diseñarla que no es raro que me descubran dormido.
Cuando abro los ojos y noto que ella sigue estando sentada, comiendo frutillas frente a mí, me pregunto si alguna vez notará de mi presencia. Me pregunto en realidad si mi invento estará listo para cuando lo haga.




viernes, junio 18, 2010

N° 609

1
El diario de un viajero trata de aventuras, quizá hasta de triunfos ¿por qué no de alguna derrota frente a un vaso de alcohol en aquel bar recomendado?
¿Pero debería tratarse acaso de anotaciones vagas, de esas que suelen jugar a las escondidas y aparecen luego en una conversación con el espejo?
Ya no quedan mas secretos cuando un arrepentido confiesa y asume todo, nada se compara con el mejor lugar que pudo haber encontrado para sus sueños, ni aquellas manos que antes solo escribían a escondidas para lastimarse podrian encontrar en su pecho el descanso para motivarse. Podrías llorar viendo sus ojos llenos de lagrimas o reir descubriendo sus locuras, podrías hacer miles de cosas que ella tan bien gustaría, podrías...
¿Qué haces esperando el mensaje que no tiene que llegar?
¿Cómo es tu tarde si no hay respuesta a tu pensamiento?
¿Dónde escondes esas ganas de no mostrar lo que no va a gustar?
¿Cómo haces para callar si aprendiste por fin a hablar?

Queres tener alguna respuesta y al contrario de eso solo lográs jugar una vez más inútilmente a saborear esa sensación que solo puede embriagarte. Porque allí estás, sentado frente a un pedazo de tecnología, coleccionando caramelos baratos y tarjetas de buenas noches del hotel de turno esperando engañarte con una vaga sonrisa que jamás dirá nada.
Aunque antes, en tu charla numero 1000 con tu espejo, solo te hayas preguntado por qué a veces algunas personas pueden callar. Tomando valor decís todo ¡todo! Tus broncas, tus miedos, tus celos, como si del otro lado no estuviese uno mismo, acaso… ¿quién carajo no creó su propia situación a imagen y semejanza de su cabecita loca?
Y pasan los minutos…
Y en esa charla amena se pierde todo, se vuelven a ir tus pensamientos, tus ganas de sentir y hasta el recuerdo que pensabas llevarle. Ese que pensaste que podría alegrar, porque ahora ves todo con otros ojos, los mismos que antes inventaban oscuridad, ahora del otro lado solo ves un conjunto de detalles que empezas a redescubrir como esos discos de tu banda favorita que ¡Oh, Casualidad! transformaste en tu mejor soundtrack.
También hablé con el espejo solo para creer que hay una respuesta, le hablé como si le susurrara al oído todo lo que las sabanas se llevan, no dejé de mirarla a los ojos aun cuando me haya dado cuenta que son (sospechosamente) parecidos a los míos, contemplé cada parte de su cuerpo que me gusta, y hasta le leí este escrito mientras su atención estaba en otra ventana de conversación.

El diario de un viajero debería tratar de aventuras quizá hasta de triunfos porque no de alguna derrota frente a un vaso de alcohol en algun bar recomendado.
El diario de un viajero a veces también se escribe escuchando algún tema que ya es de dos, aunque la otra parte aun no lo haya escuchado.


martes, junio 08, 2010

Queréme.

5
Decíme que no soy yo el hombre al que amaste tu última noche, y sabré en la oscuridad y sin avisos encontrar la salida.
Sostené la mirada por sobre el discurso que oráste, y apagaré la luz antes que el foco se consuma.
Contemplá las piezas de tu ropa desparramadas en cada esquina, tentada con la idea de disfrazar tus caricias con la áspera tela de la indiferencia, y saltearé nuestra despedida para abrazar al silencio.
Acomodá tu pelo frente al espejo empañado evitando dilucidar el reflejo de mi desazón al observar tu vanidad impugna, y entenderé que mi ausencia es sumamente preciada.

O en cambio…

Hacé de cuenta que somos dos niños jugando en un nuevo parque por primera vez. Corré detrás de mí tratando de alcanzarme, y procuraré dejarme caer al suelo sin que lo notes solo para recibir tus cuidados y palabras de aliento promoviendo otra hora de impredecible algarabía.
Leéme todo texto que tengas en tu poder. No es necesario que pertenezcan a grandes autores de renombre, ilustrados en corrientes clásicas o vanguardias posmodernas y traducidos a cientos de idiomas alrededor del mundo. Contentáme con la numeración de un viejo boleto encontrado en el bolsillo trasero de tu pantalón o aquel volante que tomaste hoy por pena a la salida del trabajo mientras chocabas con los transeúntes.
Hacéme un dibujo en aquella servilleta abandonada sobre el cenicero. Es un papel que no pertenece al libro que escribimos pero que espera ser yuxtapuesto previo al índice que alguna vez ideamos. No requiero acuarelas ni pinceles, sólo los trazos justos y precisos que definan tu angustia, y la encuadraré para subastarla entre los negociantes del olvido.
Cerrá los ojos y robá mi calor. Tratá de poner tu mente en blanco y suelta tus brazos a los costados del cuerpo o, mejor aún, abrázame fuerte procurando no forzar mi hombro debajo de tu espalda. Olvidá luego colocar la alarma del despertador antes de dejarme cubrirte con las sábanas y desearte dulces sueños, y me aseguraré de ser el primero en ver el sol para poder así observarte dormida.




viernes, junio 04, 2010

Despues.

3
¿Como es despertar si aun no cerraste los ojos?
La charla era amena, celebraban entre risas el primer logro en conjunto.
El jugaba con las bromas a no decir la verdad.
Ella sabia, lo sospechaba y confirmaba

¿Como seguir callando lo que guardaste o creíste saber guardar durante mucho tiempo?
El escuchaba el disco que le hacia recordar
Ella se bañaba tarareando un nuevo tema
El la esperaba husmeando el recuerdo
Ella recuerda superando la bronca ya masticada
El creyó en su propio arrepentimiento.

¿Cómo hacer para no seguir callando?
A él, algo le esta pasando
Pero ella jamás se daría cuenta.
¿o si?
Ella lo invita a ver su fruta desde lejos
El no distingue entre colores el pomelo
El calla y observa, y entonces sucede...

Y ahora. . . ¿Cómo hacer para detenerse?
Ella transforma lo que lee en una delicada sonrisa
de esas que te hacen delirar por momentos.
No hubo más esos silencios incómodos tantas veces buscados
ya no tenían mas discusiones por descubrir
El miró su obra algo extrañado y solo suspiró recorrió con la mirada toda la habitación buscando testigos no mas fantasmas, definitivamente no había mas lugar para ellos.
Ella seguía allí dosificando mas ese instante con esa extraña mezcla de dulzura.

Y se deseó hasta una maquina del tiempo

Pero ya todo tenia que terminar
Era demasiada realidad para una de esas madrugadas de insomnio.
El ya no supo mas ni siquiera donde estaba parado
Ella termino todo ese mundo construido ladrillo por ladrillo con un agridulce:
-“Me caes bien”..

Y todo lo hermoso se volvió una filosa daga que supo incrustarse en el profundo de su corazón..
Su mañana mas difícil recién empezaba, pero que le importaba eso a su mirada que se levantaba por enésima vez, ya lo había leído antes y lo volvia a recordar: *"todo fracaso precede al triunfo".


martes, junio 01, 2010

Su escrito...

6
Llegó a su casa, encendió el reproductor de su computadora y empezó a ver sus fotos, a admirarla desde lejos, desde una posición que hace mucho había empezado a detestar.
Se detuvo porque el alerta de -conectada- titilaba y empezó a dominar su temor. Después de unos minutos hablaron, pero esta vez fue diferente. Pedro había tomado la enorme decisión de confesarle todo lo callado hasta ese momento. No le importaba su actual fuckin' estado sentimental, le corrió un leve frio por el cuerpo y se atrevió. Cobardemente no quiso llamarla, ni le dio tiempo a alguna respuesta. Solo llenó la ventana de charla de su tan esperada (por el) confesión.
Después de la descarga, la respuesta fría de Sofía solo pasó a ser estado: Desconectado.
Para sorpresa, o no, de él; había un nuevo correo en su bandeja de entrada.
Asunto: ¿Nuestra historia?

Era enero y ya habían pasado varios días en los que ese “lo imposible solo tarda un poco más” yacía inerte en el fondo de su lista de contactos. Era lo mejor de ese resto, de “su resto”.
Sin embargo en su cabeza rondaba la idea de que si lo imposible iba a aparecer algún día confirmando la ilusión de lo posible. Cuando creés que algo llega y al rato lo hace para volver a partir, nunca terminás de alcanzarlo. Simplemente sentís esa extraña sensación de extrañar y así verte más vivo.
Eso es lo que su cuerpo de violentas mariposas percibía de sobra, aparentemente. Su “web-love” era un mapa de libertad trazado en todos los recovecos de su persona. Sucesión de pensamientos calculados y no mal pensados, insolentes pero pasionales.
No se conocían o sí, ¿quién podía determinarlo?. Solo creían en ese encuentro imaginario que cultivándose por un tiempo finalmente se concretaría. La fantasía nos lleva a un terreno de lo inalcanzable pero posible, donde voy y vengo, me acomodo o me desacomodo, donde el libre albedrío de ideas hacen un festín.
Volvemos a la realidad y los amores imposibles están ahí.
Era su amor imposible pero, por un momento, la realidad transportó su ser a un banco frente al muro que separaba al parque con los demas, su cabeza concentrada en la lectura de un libro que ya no recuerda de qué trataba, pero que seguramente habría sido la lectura más reconfortante y eterna a la vez.
Un “ya estoy muy cerca tuyo” los vio mirarse el uno al otro a distancia, sus pasos seguros, tanto como sus miradas. “Esa” mirada no la olvidaría jamás, cristalina y efervescente, tierna e intimidante, esa mirada... Espejo de su ser floreciendo con cada destello de su retina.
Y ahí creyó saberlo y sentirlo todo.
Sus ojos no podían mirar “esos” ojos, su corazón estallaba, todo había concluido con un gran beso siendo las papas fritas y un vaso de Coca sus espectadoras.
Quedaría cristalizada esa imagen en lo que, mas adelante, diría “no entendías mi incomodidad porque nunca supiste lo que en mí generabas. No podía nada, porque vos eras mi todo”.
Y luego, vino la confusión que todos conocemos; también vino su partida.

Su viaje se llevaría la rabia,
los malos entendidos
también sus palabras,
las imágenes,
trozos de canciones,
esos juegos ocultos,
la complicidad,
las sonrisas,
los silencios y
todo eso que los hacía ser.

En una madrugada de día de semana con la jornada laboral alcanzándoles los párpados cansados, se llevaría ese amor idiota recreado en su cabeza pensando que llegaría a tiempo lo imposible retrasado. Recordaría además que ambos no volverían a ser los de antes y es que ya hace meses que sigue en el fondo de sus contactos como si el frío hubiese congelado la escena y su mirada hubiese penetrado ese nombre y apellido que sigue ahí, sin movimiento.
Alguien dijo que la cabeza tiembla cuando el corazón late. Pero el cuerpo también se desvanece con cada partida, con cada amor, con cada frustración…
Buenas noches y hasta luego.

Después todo fue silencio y gris para él.
Pedro y Sofía, esta vez jamás fueron Pedro y Sofía.