viernes, junio 18, 2010

N° 609

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El diario de un viajero trata de aventuras, quizá hasta de triunfos ¿por qué no de alguna derrota frente a un vaso de alcohol en aquel bar recomendado?
¿Pero debería tratarse acaso de anotaciones vagas, de esas que suelen jugar a las escondidas y aparecen luego en una conversación con el espejo?
Ya no quedan mas secretos cuando un arrepentido confiesa y asume todo, nada se compara con el mejor lugar que pudo haber encontrado para sus sueños, ni aquellas manos que antes solo escribían a escondidas para lastimarse podrian encontrar en su pecho el descanso para motivarse. Podrías llorar viendo sus ojos llenos de lagrimas o reir descubriendo sus locuras, podrías hacer miles de cosas que ella tan bien gustaría, podrías...
¿Qué haces esperando el mensaje que no tiene que llegar?
¿Cómo es tu tarde si no hay respuesta a tu pensamiento?
¿Dónde escondes esas ganas de no mostrar lo que no va a gustar?
¿Cómo haces para callar si aprendiste por fin a hablar?

Queres tener alguna respuesta y al contrario de eso solo lográs jugar una vez más inútilmente a saborear esa sensación que solo puede embriagarte. Porque allí estás, sentado frente a un pedazo de tecnología, coleccionando caramelos baratos y tarjetas de buenas noches del hotel de turno esperando engañarte con una vaga sonrisa que jamás dirá nada.
Aunque antes, en tu charla numero 1000 con tu espejo, solo te hayas preguntado por qué a veces algunas personas pueden callar. Tomando valor decís todo ¡todo! Tus broncas, tus miedos, tus celos, como si del otro lado no estuviese uno mismo, acaso… ¿quién carajo no creó su propia situación a imagen y semejanza de su cabecita loca?
Y pasan los minutos…
Y en esa charla amena se pierde todo, se vuelven a ir tus pensamientos, tus ganas de sentir y hasta el recuerdo que pensabas llevarle. Ese que pensaste que podría alegrar, porque ahora ves todo con otros ojos, los mismos que antes inventaban oscuridad, ahora del otro lado solo ves un conjunto de detalles que empezas a redescubrir como esos discos de tu banda favorita que ¡Oh, Casualidad! transformaste en tu mejor soundtrack.
También hablé con el espejo solo para creer que hay una respuesta, le hablé como si le susurrara al oído todo lo que las sabanas se llevan, no dejé de mirarla a los ojos aun cuando me haya dado cuenta que son (sospechosamente) parecidos a los míos, contemplé cada parte de su cuerpo que me gusta, y hasta le leí este escrito mientras su atención estaba en otra ventana de conversación.

El diario de un viajero debería tratar de aventuras quizá hasta de triunfos porque no de alguna derrota frente a un vaso de alcohol en algun bar recomendado.
El diario de un viajero a veces también se escribe escuchando algún tema que ya es de dos, aunque la otra parte aun no lo haya escuchado.


1 Response to N° 609

Anónimo
20/6/10 12:08

me gustan este tipo de finales que le das a tus textos, o el pie que le das a los temas.

abrazo.
eve

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