lunes, mayo 24, 2010

Lunchera para el break.

3
No puedo recordar la última vez que tomé el colectivo un día hábil en este horario. Busco en mi memoria algún recuerdo o imagen que pueda articular como referencia pero la única conexión cercana que encuentro es hacia exactamente un año atrás, encontrándome yo en la misma situación: ‘48 hs de reposo, váyase a su casa De Giorgio’. Uno se siente extraño.
El sol está todavía tan por sobre mi cabeza que se me hace imposible mirarlo de forma directa. Las calles están desiertas excepto por aquellos que tienen la posibilidad de utilizar parte de su jornada para almorzar fuera de sus empleos. La ciudad curiosamente funciona aunque uno esté al margen de esa realidad 5 días a la semana.
De pronto el colectivo se detiene al borde de una plaza. Consecuencia del bullicio que se registra desde la puerta, el viaje comienza por fin a recorrer un camino paralelo al que figura en el itinerario del chofer, un camino interno, que creía olvidado.
Belén es la primera en subir. No sonríe al colectivero pero no por manifestar un dejo de timidez sino que aún no tiene conciencia de la importancia del saludo para el conductor. Pese a haber estado fuera de su casa durante mas de 5 horas, agitados recreos contabilizados, la colita que le hizo su madre en la mañana se mantiene firme como si hubiese sido moldada en yeso. No se maquilla. No tiene celular como el resto de sus compañeritas de clase. No lleva una mochila de 47 Street. Su belleza está despojada de modismos y tendencias, de artilugios distractivos y disfraces de adulta. Es linda en el sentido puro de la palabra, característica hoy preciada por idealistas; reflejada en su simple cabello negro y sus apagados ojos los cuales no necesitan más que el reflejo de la luz del día para funcionar.
Detrás, casi pisándole los talones, Lucas se tropieza al subir el segundo escalón. Se recompone velozmente antes de que Belén detecte el accidente e impostando la voz, le marca al colectivero ‘$1.10… por favor’ a lo que el empleado le sonríe en gesto de solidarización tras el percance. Está agitado. Una línea de humedad es fácilmente detectable en el borde superior de su frente y sus mejillas poseen un color rojizo vergonzosamente difícil de disimular. Su contextura podríamos decir que ‘todavía’ es mediana y en su tosca forma de caminar, deja entrever su conocimiento y consecuente disgusto al respecto. El nudo de su corbata está desalineado lo que produce cierto desequilibrio entre los extremos de la misma, sin embargo el resto de su aspecto es lo suficientemente correcto para no desentonar al lado de cualquier chica promedio de su edad.
Ella habla sobre la clase de un tal ‘Bigotudo’ y el se remite a opinar cada cierta cantidad de oraciones que pareciesen meticulosamente cuantificadas con el fin de no parecer inoportuno al momento de interrumpir. Se encuentra bajo completa hipnosis la cual, debo ser sincero, roba una sonrisa a mi fallida jornada. Si no fuese porque realiza el mismo recorrido todas las mañanas diría que podría pasarse de parada. Está completamente perdido en los aritos dorados de sus orejas, en el único cabello que se revela sobre el modelado peinado, en las pequeñas pecas anaranjadas que rodean su nariz y se multiplicarán logarítmicamente durante la colonia de verano. De repente ella le toma la mano mientras su cara comienza a entumecerse. Falsa alarma. Casi gritando, muy asustada, Belén recuerda que hoy sería ‘pinchada’. Viene escapando de una vacuna desde hace ya dos semanas en las cuales no se encontraba en la ciudad (‘En casa’, fueron sus palabras) y debía aplicarse de manera obligatoria, comentario que me situó de nuevo en el lugar de espectador dentro del transporte. Como un fundido sonoro planificado, el sonido gaseoso de la puerta hidráulica indica que otro contingente escolar nos hará compañía. Son Andrea y sus amigas, aunque luego de ver su cabello enrulado seco y recogido en un rodete por sobre su nuca, su pollera mas corta que la del resto de sus amigas, su delgadez y sorprendente altura para una niña de su edad pasó a ser identificada por mí como ‘Andrea y sus secuaces’.
Al verlas, la expresión de Lucas cambia. La sonrisa y atención que postulaba hacia su acompañante de viaje se desvanecen en un segundo y alejando su brazo sujetado por Belén, se corre hacia un costado muy cerca mío, casi desapercibido entre la gran masa de uniformes azules.
- ¿No estás muy contento no? – alcanza a decirle Belén antes de que las otras niñas formen alrededor de ella un círculo capaz de asfixiar a cualquier individuo en la lucha por forjar su propia personalidad fuera de la mirada enjuiciadora del resto.
El no la culpa, sabe que no tiene derecho por sobre ella y entiende también que lo contempla no pudiendo, dada la falta de seguridad en sí misma, canalizar su atención por fuera del cerrojo pre-adolescente. Una especie de marca personal, caracterizada por la mezcla de aromas pertenecientes a los perfumes extranjeros robados a sus madres.
Lucas mira ya desde otra realidad, como si por un momento compartiéramos la misma sensación de sentirnos fuera de la pista. Somos compinches ahora.
- Hey. No te preocupes por eso – le digo.
No se si fue la fiebre o tan solo el lugar común de rememorar situaciones análogas de mi niñez pero sentí la necesidad de llamar su atención. El me miró confuso.
- Ella piensa en vos. Cuidala, es una muy linda chica.
Solo se animó a asentar con la cabeza. No creo que hubiese podido hablarme si lo hubiese intentado, fue más que suficiente. El, un niño de unos 12 años regresando de una clase de Historia tal vez, despreocupado por el borde de su camisa fuera del pantalón, deseoso de conseguir un asiento al lado de su pretendiente. Yo, zapatos de cuero en punta, chalina negra al cuello sujeta por un soberbio nudo, parado contra la ventana levemente abierta para no abusar de los beneficios del viento en mi cara.
Belén llamó a Lucas mientras se despedía de sus compañeras. Han llegado a la parada que ambos tienen en común. Fiel a su torpeza, amaga con pisar uno de mis zapatos, pero solamente lo roza. Yo lo miro fijamente y apoyo suavemente mi suela sobre su pantalón gris a la altura de sus gemelos. El no comprende esos códigos pero algún día lo hará.
El colectivo sigue su rumbo en dirección hacia la estación mientras los dos niños emprenden su camino a la par hacia sus respectivas casas. Me pregunto si Lucas se animará a decirle a Belén lo que siente por ella. Ojalá que así sea.


sábado, mayo 22, 2010

Espejo

1
Levanta la mirada
empieza a caminar
no dejes que esa pesadilla
dominé tu dia.

Levanta la mirada
aquella es tu realidad
pero ya no debe importarte
aunque te cueste.

Sus abrazos ya no son tuyos
su sonrisa ya tiene dueño
levanta la mirada (¡Mereces hacerlo!)
acordáte que alguna vez
jugaste a ser visionario
y cantaste con tu grupo:
"Mi mejor beso sera siempre tuyo"

Sonreí, y dejá a tus promesas
y tus dichos en sus recuerdos.

Levanta la mirada
ya no seras vos
quien tenga que verla despertarse
no te veras mas en sus ojos
y aunque su nombre inunde la tarde
levanta tu mirada
ella tampoco se mirará en la tuya.

sábado, mayo 15, 2010

Billy (Supernova) Elliot.

5
He llegado al departamento de turno. Cansado otra vez de la jornada laboral, encendí la tele para acompañar mi descanso mientras mi hambre empezaba a hacerse amigo del delivery.
¿Viste cuando dejás un programa o algún canal tan solo para escuchar algo?
Me jugó en contra hoy. Tarde, quizá un poco a propósito, me di cuenta que aquella película que solo oía se me hacía conocida. Mi atención se volcó hacia ella sentado sin saber porqué me quedaba mirándola.
¿Por qué carajo empiezo a recordar después de un buen tiempo dónde la vi?
¿Por qué empiezo a recordar tus gestos mientras la mirabas?
¿Por qué si jamás fue una de mis favoritas me la instalaste en mi retina?

No tengo ganas de terminar de verla, no tengo mas ganas de jugar un rato con el pasado, hasta cuestiono todo el tiempo conmigo mismo si todas estas confesiones fueron necesarias.


Voy a dejar a Billy bailando, luchando por su sueño, por lo que le gusta en silencio. Como esa compañía que buscaba, dejo opcion: Mute; mientras el reproductor se pone de acuerdo con mi ¿Mala suerte? Y suena el tema de la banda que nos gustaba.
¿Pero qué carajo pasa hoy?

Quizá ya todo lo anterior ahora se van volviendo anécdotas, imagenes con su respectivas musicalizaciones, ya no pesan. De a poco esa tormenta, esa lluvia que aparentaba eterna, empieza a debilitarse. Uno empieza aprender a reir de nuevo.
Empezamos a imaginarnos a esas personas especiales cada vez mas lejos porque tan solo esa es nuestra realidad. La palabra “nuestro” se va volviendo singular con cada dia que pasa.
Esa peli que ayer fue un plan quizá de un dia de la semana, ahora se vuelve el motivo para descargar toda tu esperanza de ver desaparecer esa tormenta, de confirmar que no hay nada como recordar sin agregarle mas peso a esa mochila que empezamos a dejar.

¿Me creerías si te cuento que empiezo a extrañarte sin sentir tu ausencia?
Yo empiezo a creerlo.




 El tema va a sonar sus 7:29 minutos porque esta vez el reproductor merece dejarlo en paz.

domingo, mayo 09, 2010

De más está decirlo, tú ya lo sabes.

3

Hola hermoso ¿Cómo estás? Yo aca estoy, igual que siempre. Si te digo que te extraño no sería novedad.
El domingo me agarró un ataque, ya no se qué me pasa. Tenía ganas de hablar con vos, te llamé, y tu contestador todo el tiempo, y te dejé un mensaje que no se si escuchaste. 
A veces no puedo controlar lo que me pasa, pienso que la mejor manera sería alejarme de tus nouvelles, intentar pensar en otra cosa pero por más que intento, no puedo. Estás ahi all the time, in my mind, hasta en mis sueños. Antes de dormirme pienso tanto pero tanto en vos y tan fuerte que te filtrás  en el subconsciente.
Y soñé de nuevo. Soñé que estaba en tu ciudad; o no sé, debía ser tu ciudad. La cosa es que era tu casa, tu lugar, pero no se si era tu país u otro place. Estaba tu mamá, y tus hermanos. No todos, porque los otros viven en otras partes, y vos estabas sentado enfrente mío, y comías, no se qué, y estabas callado, y me mirabas de temps en temps, me mirabas y me sacabas la mirada, tímidamente, como siempre, no hablablas mucho, con esa actitud que tenés siempre, como frío o tímido, nunca lo pude definir bien.
Ese mismo domingo a la noche me puse realmente muy mal, a veces creo que soy demasiado romántica, en el exacto sentido del término, entendiéndose por romántico: subjetivismo, exaltación de la personalidad individual, oposición a las normas clásicas. Es decir, a veces yo hago un mundo de algo que tal vez no es tan grave, no tiene sentido que yo sufra porque no estoy a tu lado, en vez de pensar asi tendría que hecerme bien todo lo que yo siento por vos, que es demasiado. Claro, es eso. Es demasiado lo que tengo adentro y se me desborda. Hay días en que no lo puedo controlar, la situación me supera y la tormenta me hunde con su lluvia. Tampoco quiero contarte estas cosas porque vas a pensar que estoy loca, que me chifla la cabeza, pero por otro lado tampoco puedo no contarte nada porque sé que una gran parte de lo que me pasa tiene que ver con vos, no todo. Yo además me siento mal por otras cosas que me pasan , que no sé si te habré contado, ese problema que tengo yo con sentirme inferior a los demas y no tener confianza en moi même, en sentir que lo que hago siempre lo hago mal, y sentir que me enamoré de un chavo que está a miles de kilómetros de distancia y que vaya a saber uno cuando lo voy a volver a ver.
Anoche pensaba que si por alguna de esas cosas algun día tu ya te olvidas de mí y no decides venir, yo estoy tan loca que no me importaría irte a buscar adonde sea, pero bueno, viste, cuando uno está en la cama y da vueltas y vueltas porque no se puede dormir, piensa cosas, que tal vez no tendría que pensar. O sí, no se...
Tu amor es mi enfermedad, tus canciones me llevan hasta tu chambre y me hacen sentir al lado tuyo, escucho The Cribs, Libertines, Primal Scream, y te siento acá o yo me siento allá. Cada día que pasa me convenzo más de que mi amor hacia vos sigue tan latente como el último día que te vi. Cuando tal vez lo que más quisiera sería olvidarte para poder seguir con mi vida planificada y estructuradamente perfecta. Viniste a dar vuelta mi mundo, te metiste casi sin darme cuenta, aunque en realidad yo dejé la puerta abierta. Todo esto es mi culpa y si bien me pone triste estar lejos tuyo, a la vez puedo alimentarme con lo que mi cuerpo siente cada vez que pienso en vos. Y si tus canciones me trasladan, tus imágenes me producen el orgasmo más hermoso que jamás pude haber tenido. Mandame cuantas fotos tengas, llename de fotos, a mi todo me entra por los ojos. Vos me encantás, me gustás demasiado, trop trop demasiado. Sos muy lindo. Me gusta tu pelo, tu cara, tus ojos de coreano, tu piel morena, tostadita por el sol; más suave que las sábanas blancas de tu cama, tus labios, tu lengua, tu olor, tu cuerpo, tus brazos. Es exageradamente pasional lo que me hacés sentir y cuento los días, las horas. Intento apurar el tiempo para tenerte ya, acá, al lado mio, para poder volver a besarte, a lamerte todo, emborracharme con tu nectar de kiwi, pegotearme con tu miel y así no poder separarme nunca más de vos.
Si hay algo que no entiendo es cómo fue que pasó, pero si le intento buscar la lógica, creo que nunca lo entenderé. Esta vez, sólo sé que no entiendo nada.
Te quiero mucho, de más está decirlo, tú ya lo sabes...



sábado, mayo 01, 2010

Homo Mensura

2

Las personas negativas solemos valorar mucho los pequeños logros. Si hay algo que nos hace sentir plenos es sortear un obstáculo que en un principio se veía imposible. Puede ser algo simple para otros pero en nuestro caso, si crea un mínimo garabato de miedo, el afrontar dicha situación con éxito nos convierte automáticamente en un superhéroe de derecho: Tienes autoridad política para justificar cualquier tipo de emprendimiento que consideres para tu beneficio por poca utilidad real o sentido que tenga. Caso testigo: El primer Parcial (Y todos los efectos que lo secundan).
Ah, que gran momento... El ‘entrar en ritmo’ de lectura, el rechazar una salida toda la semana para incurrir en delito apenas comenzada la madrugada del Domingo, el apunte que desaparece un día antes, el mensaje de texto en busca de la respuesta que determinará el futuro de tu vida profesional destinado a una persona con la que compartiste tan solo cuatro clases (¡Cuatro!), el confiado ingreso al aula para el cual venías preparándote desde el subte con los apuntes entre las piernas; intercalando cuadros sinópticos mentales con ejercicios de respiración, todo para que al sentarte tu compañero te diga:
-No doy más. Ayer me quedé hasta las 5 analizando si es viable transmitir los conocimientos de la Arethé.
-…….. ¿¡LA QUÉ!?
En ese momento es cuando toma real validez la palabra ‘Curso’, cuando todos corren para el mismo lado (Excluyendo a los resignados que deciden emprender su retirada en dirección hacia la salida).

Ya regresando, subido al colectivo, lográs relajarte. Tranquilo, con 75 grs menos de conceptos en tu masa encefálica, pleno… felíz. Tu compañero te habla acerca de la cantidad de renglones que acumuló en la cuarta pregunta y vos pensás en la cantidad de películas y discos estrenados en la semana que llevas atrasados para degustar desde el rígido de tu computadora. Te reconfortás con acciones del tipo ‘noticia color’ como mirar a los transeúntes por la ventana, esperando ellos aún por el medio de transporte que los devuelva a sus hogares.
Representando fielmente esa misma impronta, entre señales y avisos publicitarios, lográs distinguir una particular boca. Comisura de los labios hacia arriba, bordes carnosos. Sin pedir permiso espiás hacia fondo una ordenada fila de dientes destacable según tu punto de vista gracias a su perfecta disposición lineal, construida a nivelador (Siempre me maravilló la burbujita que encierra esa herramienta). Levantás la vista antes de que el colectivo emprenda la penúltima curva de su recorrido hasta tu destino con el la esperanza de ser guiado hacia un deseable cruce de miradas y efectivamente, para tu sorpresa, eso encuentras. Girás la cabeza hacia tu compañero, quien ahora te relata la intrigante y metafórica secuencia del momento en que su birome se quedó sin tinta por lo que se vió obligado a pedir prestada otra a la clase. Vuelves a rotar en dirección hacia la esquina y notas que la sonrisa ha dejado de ser simplemente cómplice para convertirse en una invitación al desafío ¿¡Qué se supone que hagas!?
No es tan linda pero te gusta. No es que no sea linda tampoco pero seamos realistas, estás sobre un colectivo en movimiento a las 23 hs, todo es diferente viéndolo desde esta perspectiva. ¿Y si cometés la locura de bajar y buscarla? ¿Y si bajás y al acercarte te das cuenta que no es linda? Mejor quedáte sentado, faltan solo 5 cuadras para llegar a tu casa. 5 cuadras… es muy poco. ¿Y si por quedarte sentado perdés la oportunidad de vivir una historia de esas que siempre buscás? Esas que querés acumular para tener algo que contarle a tus nietos. Podrías acercarte silenciosamente y en todo caso si no es tan linda como pensabas o no te resulta interesante, darías media vuelta y escaparías en puntas de pie. El llavero de metal colgado en tu mochila suele golpear muy fuerte contra el cierre ¿Y si suena, lo escucha y se da vuelta? Te va a reconocer, se sonrió al verte sentado ¡No podés simplemente escapar! Pará, pensá ¡Pensá! También puede gustarte, dejá de descartar esa posibilidad una y otra vez. ¿Tenía calzas? Calzas negras y botas bajitas. Últimamente te llaman mucho la atención las chicas así vestidas. Morochas. Sos algo escéptico a las rubias con esa indumentaria. Tratá de concentrarte. Te parás, bajás en la primera parada. Pará ¿Y a este pibe que le decís? Te parás ¡No importa! – Disculpame, me tengo que bajar acá – decís, fue. Caminás hacia la esquina y te acercás de a poco tratando de que no distinga desde dónde. Tendría que ser una sorpresa. El diálogo debería ser algo así cómo:
- Hola - Con una gran sonrisa. Hacela creible.
- Hola ¿Cuándo te bajaste? – Sorprendida, obviamente.
- Recién bajo del colectivo y ya me estás interrogando. Deberías de ser más amable conmigo. Acabo de rendir mi primer exámen de Filosofía y todavía no me felicitaste – Técnica del desinteresado y arrogante. Bastante demostraste ya al bajar por ella.
- Jaja ¿Y se supone que debería saberlo? ¿Peco de intrometida si pregunto qué carrera sigue alguien que rindió un parcial de Filosofía y bajó del colectivo para decírselo a una completa desconocida?
- ¿Carrera? No me gusta esa palabra. Me siento más cómodo caminando o mejor aún volando. Soy como esas cositas blancas que salen de las plantas, los Panaderos. Me desprendo de aquí o de allá y floto hasta donde me lleve el viento. Esta noche me trajo desde el colectivo hasta vos.
- ¡Jajaja! ¿La filosofía te está llegando al cerebro? Ahora bien, si sos ese tipo de panadero ¿Te puedo pedir un deseo y después te dejo seguir volando?
- No sentí soplar al viento en el transcurso de los ultimos 5 minutos. Soy todo oídos.
- Es sencillo. No creo que tengas demasiados problemas en cumplirlo: Quiero que te bajes.
- ¿Disculpame?
- Bajáte.
- Pero… no te entiendo.
- ¡BAJATE PIBE!

La boca no era la misma que ví desde la ventana del colectivo: La comisura de los labios era arrugada y porosa, los bordes; rodeados por barba, y ni hablar de ese roñoso conglomerado de… No, no cumplen los requisitos mínimos para llevar la denominación de ‘dientes’. Parecen colocados en su lugar con una Pico de Loro.
- Te quedaste dormido nene. Estás en la terminal – Dijo el colectivero mostrándose impaciente.
- ¿Qué? – Hecho un largo vistazo. Constitución es indefectiblemente mas oscura los Miércoles a la 1 AM que cualquier otro día – Puta… ¡Me pasé!