miércoles, marzo 17, 2010

Jardín Japonés

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Amantes. Un nuevo encuentro sincerado por sonrisas cómplices, convertidas en el preludio que da comienzo a una nueva aventura.
Escondido entre arboledas y lagos testigos de estudiadas declaraciones de amor, les espera la puerta que comunica la realidad con aquel extraño jardín que pareciera de fantasía.
Son bienvenidos y alentados a continuar por el sendero que conduce al centro, el mismo camino que decidieron emprender hace ya un año cuando se conocieron.
Rodeados de azaleas brillantes y orquídeas perfumadas con aromas del oriente (Exaltadas por el sol acariciando sus raíces), avanzan sobre el puente pisando al unísono, como dos corredores, hasta llegar al centro del lago mas grande. Observados por el público presente, procuran no mirar hacia atrás, convencidos de que el destino no es mas que la suma de causalidades grabadas en sus vivencias con miradas y palabras justas, juegos y muecas graciosas, canciones compartidas y siestas en colchones antes ajenos. Tomados de la mano, observando sorprendidos como sus ojos se colorean al reflejarse sobre las carpas que nadan bajo el agua, les piden prestado su tinte naranja para pasar desapercibidos por unos minutos entre el resto de los visitantes.


El promete respetarla. Quiere que su humilde sabiduría lo acompañe por el resto de sus días. Ya no anhela encontrar la perfección como si fuese un maestro de Origami, desvelado, intentando plegar el círculo perfecto. Acepta sus vértices y dobleces y no trata de alisar sus arrugas sino que acompaña su camino hacia el suelo. Si han de caer, caerán juntos. Compartirán el mismo roce del viento, curarán sus heridas con la misma ternura con la que se fundieron en su primer abrazo, serán abandonados en la calle bajo el mismo cielo y reciclados eternamente mientras el sol sobre este césped siga dándole vida a los colores robados de los peces en su laguna.
Ella lo acompaña. No teme encontrar una fecha de caducidad grabada en la placa que yace del otro lado del colorado puente. Enemiga de su pasado, logra vencer sus miedos y gana una mítica batalla que se convertirá en leyenda y se contará entre las niñas que desfilan sus ilusiones frente a los soldados de piedra que protegen la fuente.

Ellos se aman. Ojos cerrados para no mirar al futuro. Besándose, apoyados en el lateral del puente mientras la noche conquista las tierras que le pertenecían al día. Seguros, en su abrazo, de que el alba no se hará esperar y los convertirá otra vez en simples turistas occidentales dentro de su pequeño nuevo mundo. Así deciden inmortalizar el momento en que se desprenden de cualquier tristeza con varias fotos y palabras que guardaron alternadas entre figuras de colores confeccionadas por ella. Caballos salvajes con alas de papel para envolver, tras su retiro, los versos que juraron su amor eterno en aquel puente del Jardín Japonés.
 

3 Response to Jardín Japonés

Anónimo
17/3/10 17:33

... procuran no mirar hacia atrás, convencidos de que el destino no es mas que la suma de causalidades grabadas en sus vivencias con miradas y palabras justas ...

HAY POCOS LUGARES COMO ESE, COMO TMB HAY POCAS PERSONAS CON ESTA FORMA DE ESCRIBIR ...
QUISIERA DECIR MUCHAS COSAS, PERO SIMPLEMENTE LO RESUMO EN: ME GUSTÓ!

Mer
17/3/10 19:36

Excelente Lucho, digno de un conmovedor aplauso de pie!
Y con esta frase me quedo:
"Acepta sus vértices y dobleces y no trata de alisar sus arrugas sino que acompaña su camino hacia el suelo. Si han de caer, caerán juntos."


Simple y certero.
Besotes

Anónimo
18/3/10 10:55

Delicioso... magico... descriptible... Lu

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