Un juego que comenzó como excusa para cubrir con su lúdico manto un engañoso hoyo en la base que sustenta mi esperanza. Es cierto que en cada intento cuesta menos pero no por eso se convierte en algo fácil; la imagen aún es poco nítida y tiende a fugarse rápidamente sin que logre colarme en su campo visual. Insisto en destacar mi valioso avance pero sigo sin encontrar el nexo que una mis pensamientos, mis sentimientos y mis acciones siendo Ella el objetivo al que se dirigen. Casi soy dueño de ese mundo…
El programa terminó puntual, pero la transición nos da espacio para algún desliz mediático digno de ser reprobado en tiempos en los que solo ingresábamos a un estudio para aprobar un parcial y la mayor excusa para abrir el micrófono era explícitamente la risa. Ahora han de denominarme ‘profesional’ pero sólo desde el punto de vista calificativo. Mis guiones mantienen el mismo tinte bizarro de antaño y las intromisiones al aire, el mismo cinismo con el cual me identifiqué en aquellos años.
Debo apurarme, mi auto está mal estacionado y no tardará en ser juzgado. Nada que un reconfortante cheque finalizado el mes no pueda costear, debo admitir que es el orgullo el que acelera las agujas.
Hogar, dulce hogar. Balcón con vista a Libertador. Entrepiso decorado por ella tras perder una batalla que consideraba absurda, la notebook siempre frente al ventanal lista para una larga vigilia cubierta de ideas como estrellas iluminando el escritorio desde una recóndita galaxia neurosensorial. Ella esperándome en la cocina con su delantal, tesoro obtenido producto de una intensa búsqueda, elegido especialmente para que genere en mí ese cuadro de ‘Familia joven y enamorada. Moderna, delicada’.
Hoy: Pastas. Amo las pastas. La verdad es que amo las salsas que prepara, que crea. Son únicas, sin nombre. ¿Ingredientes? Lo que considere apropiado sumergir en la sartén. Esa es una de las mil y un razones por las que la amo. No le basta con demostrarme su amor simplemente con elementos nominales, los cuales considero casi vulgares, carentes del efecto sorpresa. Ella es una investigadora. Una científica en constante búsqueda de las fórmulas que rompan con lo establecido a la hora de adularme. Al acercarme, siento como…
No logro percibir su calor. Al tocarla el film se desvanece, como aquellas escenas dentro de un cine donde la cinta reproducida se quema frente a los asustados espectadores.
Si solo pudiese dormir en esta vida y despertar en aquel sueño basado en secuencias cortas que circundan por mi cabeza aún sin un claro orden…
¿Qué mecanismo se pone en juego cuando logramos mantener a alguien en nuestra mente con tanta claridad sin haber perpetrado aún ese contacto? ¿Es un rompecabezas al que damos forma a partir de recuerdos en otra vida o son los deseos de quebrar la barrera de lo temporal? Ver algo que a la distancia podría suceder ¿Podrá suceder si así lo deseamos?
Están por otro lado quienes dicen que no debemos pensar en el futuro sino remitirnos a vivir el presente: ‘La vida es eso que pasa frente a nosotros mientras estamos haciendo otros planes’. Limitarme a verla por la calle evitando un cruce causal y reflejar para mi interior la palabra ‘Ojalá’, porque cuando decimos ‘Ojalá’ nos sentimos más protegidos ante una posible frustración que acabe con nuestro ego por el suelo o incluso peor, con nuestra ultima esperanza de una vida en compañía. Renunciar al ventanal en los días de lluvia, al track random de aquella banda inglesa, a las salidas a correr con el fin de cortar la mufa o a escribir esta hoja inspirada por ‘la ausencia de’.
Renunciar a una proyección es renunciar a la pasión con la que nos mantenemos alertas al girar la esquina, al sonar nuestro celular o al cruzar por la puerta de su trabajo. Adelantar la escena que nos aterroriza para continuar la historia ahora desde nuestro dialogo preferido, palabras que en definitiva no tienen significado propio sino mediante las experiencias que las han precedido. Entonces ¿Por qué vemos películas que ya hemos visto? ¿Por qué, sabiendo su libro de memoria, nos complace repetir el guión al unísono con el personaje? Buscamos vivir mediante ellos un pseudo-presente que falsificamos mediante cálidas ilusiones.
No creo conveniente cerrar esos viejos álbumes mentales atestados de fotos a las que recurrimos cada vez que pensamos en su cara casi ingenua en primer plano para tomar nuevas y más razonables perspectivas. Imágenes felices pero que solo podremos fotografiar cuando entendamos que el rollo está en nuestro accionar.
Desear o reventar.