sábado, mayo 01, 2010

Homo Mensura

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Las personas negativas solemos valorar mucho los pequeños logros. Si hay algo que nos hace sentir plenos es sortear un obstáculo que en un principio se veía imposible. Puede ser algo simple para otros pero en nuestro caso, si crea un mínimo garabato de miedo, el afrontar dicha situación con éxito nos convierte automáticamente en un superhéroe de derecho: Tienes autoridad política para justificar cualquier tipo de emprendimiento que consideres para tu beneficio por poca utilidad real o sentido que tenga. Caso testigo: El primer Parcial (Y todos los efectos que lo secundan).
Ah, que gran momento... El ‘entrar en ritmo’ de lectura, el rechazar una salida toda la semana para incurrir en delito apenas comenzada la madrugada del Domingo, el apunte que desaparece un día antes, el mensaje de texto en busca de la respuesta que determinará el futuro de tu vida profesional destinado a una persona con la que compartiste tan solo cuatro clases (¡Cuatro!), el confiado ingreso al aula para el cual venías preparándote desde el subte con los apuntes entre las piernas; intercalando cuadros sinópticos mentales con ejercicios de respiración, todo para que al sentarte tu compañero te diga:
-No doy más. Ayer me quedé hasta las 5 analizando si es viable transmitir los conocimientos de la Arethé.
-…….. ¿¡LA QUÉ!?
En ese momento es cuando toma real validez la palabra ‘Curso’, cuando todos corren para el mismo lado (Excluyendo a los resignados que deciden emprender su retirada en dirección hacia la salida).

Ya regresando, subido al colectivo, lográs relajarte. Tranquilo, con 75 grs menos de conceptos en tu masa encefálica, pleno… felíz. Tu compañero te habla acerca de la cantidad de renglones que acumuló en la cuarta pregunta y vos pensás en la cantidad de películas y discos estrenados en la semana que llevas atrasados para degustar desde el rígido de tu computadora. Te reconfortás con acciones del tipo ‘noticia color’ como mirar a los transeúntes por la ventana, esperando ellos aún por el medio de transporte que los devuelva a sus hogares.
Representando fielmente esa misma impronta, entre señales y avisos publicitarios, lográs distinguir una particular boca. Comisura de los labios hacia arriba, bordes carnosos. Sin pedir permiso espiás hacia fondo una ordenada fila de dientes destacable según tu punto de vista gracias a su perfecta disposición lineal, construida a nivelador (Siempre me maravilló la burbujita que encierra esa herramienta). Levantás la vista antes de que el colectivo emprenda la penúltima curva de su recorrido hasta tu destino con el la esperanza de ser guiado hacia un deseable cruce de miradas y efectivamente, para tu sorpresa, eso encuentras. Girás la cabeza hacia tu compañero, quien ahora te relata la intrigante y metafórica secuencia del momento en que su birome se quedó sin tinta por lo que se vió obligado a pedir prestada otra a la clase. Vuelves a rotar en dirección hacia la esquina y notas que la sonrisa ha dejado de ser simplemente cómplice para convertirse en una invitación al desafío ¿¡Qué se supone que hagas!?
No es tan linda pero te gusta. No es que no sea linda tampoco pero seamos realistas, estás sobre un colectivo en movimiento a las 23 hs, todo es diferente viéndolo desde esta perspectiva. ¿Y si cometés la locura de bajar y buscarla? ¿Y si bajás y al acercarte te das cuenta que no es linda? Mejor quedáte sentado, faltan solo 5 cuadras para llegar a tu casa. 5 cuadras… es muy poco. ¿Y si por quedarte sentado perdés la oportunidad de vivir una historia de esas que siempre buscás? Esas que querés acumular para tener algo que contarle a tus nietos. Podrías acercarte silenciosamente y en todo caso si no es tan linda como pensabas o no te resulta interesante, darías media vuelta y escaparías en puntas de pie. El llavero de metal colgado en tu mochila suele golpear muy fuerte contra el cierre ¿Y si suena, lo escucha y se da vuelta? Te va a reconocer, se sonrió al verte sentado ¡No podés simplemente escapar! Pará, pensá ¡Pensá! También puede gustarte, dejá de descartar esa posibilidad una y otra vez. ¿Tenía calzas? Calzas negras y botas bajitas. Últimamente te llaman mucho la atención las chicas así vestidas. Morochas. Sos algo escéptico a las rubias con esa indumentaria. Tratá de concentrarte. Te parás, bajás en la primera parada. Pará ¿Y a este pibe que le decís? Te parás ¡No importa! – Disculpame, me tengo que bajar acá – decís, fue. Caminás hacia la esquina y te acercás de a poco tratando de que no distinga desde dónde. Tendría que ser una sorpresa. El diálogo debería ser algo así cómo:
- Hola - Con una gran sonrisa. Hacela creible.
- Hola ¿Cuándo te bajaste? – Sorprendida, obviamente.
- Recién bajo del colectivo y ya me estás interrogando. Deberías de ser más amable conmigo. Acabo de rendir mi primer exámen de Filosofía y todavía no me felicitaste – Técnica del desinteresado y arrogante. Bastante demostraste ya al bajar por ella.
- Jaja ¿Y se supone que debería saberlo? ¿Peco de intrometida si pregunto qué carrera sigue alguien que rindió un parcial de Filosofía y bajó del colectivo para decírselo a una completa desconocida?
- ¿Carrera? No me gusta esa palabra. Me siento más cómodo caminando o mejor aún volando. Soy como esas cositas blancas que salen de las plantas, los Panaderos. Me desprendo de aquí o de allá y floto hasta donde me lleve el viento. Esta noche me trajo desde el colectivo hasta vos.
- ¡Jajaja! ¿La filosofía te está llegando al cerebro? Ahora bien, si sos ese tipo de panadero ¿Te puedo pedir un deseo y después te dejo seguir volando?
- No sentí soplar al viento en el transcurso de los ultimos 5 minutos. Soy todo oídos.
- Es sencillo. No creo que tengas demasiados problemas en cumplirlo: Quiero que te bajes.
- ¿Disculpame?
- Bajáte.
- Pero… no te entiendo.
- ¡BAJATE PIBE!

La boca no era la misma que ví desde la ventana del colectivo: La comisura de los labios era arrugada y porosa, los bordes; rodeados por barba, y ni hablar de ese roñoso conglomerado de… No, no cumplen los requisitos mínimos para llevar la denominación de ‘dientes’. Parecen colocados en su lugar con una Pico de Loro.
- Te quedaste dormido nene. Estás en la terminal – Dijo el colectivero mostrándose impaciente.
- ¿Qué? – Hecho un largo vistazo. Constitución es indefectiblemente mas oscura los Miércoles a la 1 AM que cualquier otro día – Puta… ¡Me pasé!



2 Response to Homo Mensura

Anónimo
2/5/10 20:12

Una rubia que no suele usar calzas con botitas bajas te dice: Me gustaron mucho tus palabras sabiamente distribuidas en este texto! "¿Y si por quedarte sentado perdés la oportunidad de vivir una historia de esas que siempre buscás?" cuantas veces me he preguntado eso en los tildados viajes en bondi...
Me mato leer lo de la burbujita del nivelador porque a mi me puede tener lindo rato mirandola como hipnotizada jaja.
Todo un romantico y soñador es usted, Sr. de los panaderos jaja.

Gaby

Anónimo
5/5/10 18:19

Sos un GROOOOO-SOOOOO, SI CON TODAS LAS LETRAS Y EN MAYUSCULA!!! JAJAJA Muyyyy bueno y muy bien aplicadas las frases, te felicito pibitoo!!!! Hablamos besos!



-Aye-!!!!

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