Los consejos de la profesional terminan convirtiéndose en tarea para el hogar tras reiteradas recaídas. Cuando uno se separa de un ser amándolo silenciosamente, con un corazón casi sordomudo, los valores pasan a cubrir un segundo plano y la búsqueda del clavo mas grande comienza a convertirse en una casería. El problema es cuando no estás en temporada y debés recurrir así al infame directorio de recuerdos.
Abrí anciosamente el celular, con esperanza y sensación de prenda limpia, pero nunca nueva. Inicio, directorio telefónico. Enviás un mensaje. Te das cuenta que es sábado y se está haciendo tarde. Las posibilidades comienzan a parecer desfavorables en tu mente. Apagás el cigarrillo tras quemar tus dedos y decidís enviar otro mensaje a un segundo destinatario. Si ambos son contestados con vibras positivas ya tendrás tiempo para pensar en una forma de quedar bien parado. Después de todo, solo hay un primer puesto en el podio pero no hay un ganador sin un perdedor (El cual tendrá su revancha a su debido tiempo). Media hora transcurre según marca la pantalla de la PC mientras el chat se torna fiel candidato a ser representado por la banda sonora de The Pianist. Uno a uno los contactos desaparecen. No dan aviso, no se desvanecen en mi austeridad, no dejan pistas que puedan ayudarte a no flaquear de la misma manera durante la conversación de la próxima solitaria noche. Solo desaparecen en un parpadeo. Volvés a tomar el celular, el cual siempre se mantuvo a una distancia menor de 50 cms de nuestro campo visual y fue revisado y testeado en su funcionamiento 7 veces en aproximadamente 35 minutos, lo que te da un promedio de 5 minutos entre cada revisión. 5 minutos agotadores, capaces de generar onomatopeyas listas para ser erradicadas a una tira de Mafalda. Nada. El fondo de pantalla sigue en primer plano y no tiene pensado esconderse detrás de un aviso. Caés en la cuenta de que el sueño se apoderó de vos, producto de una irresponsable apreciación de las dimensiones, y ya no sería tan frustrante perder una batalla con la noche. Sabes que al día siguiente te darás cuenta que fue una pésima idea tomar ese celular y marcar los números equivocados.
La luz te despierta. Tomás las llaves de tu casa y aún dormido salís a caminar con la esperanza de cambiar el aire que aún recorre y se fagocita en tus pulmones. Dicen que el sol cura si pasás algunas horas frente a el. Dicen que dicen…
2 Response to El límite de la lluvia.
radiografia de sabado por la noche. (ella)
jaja y domingo tmb ..por que no?? doris
"El fondo de pantalla sigue en primer plano y no tiene pensado esconderse detrás de un aviso" Sólo una palabra: EXCELENTE!
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